El sol se ponía
en la arena mojada,
la luna brillaba,
no se qué era mas bello.
La puesta de sol,
o la luna plateada,
el sol se ponía
maravilla, me alucinó,
sus tonos rojizos, dorados
y violeta malva.
La luna plateada
más bella que nunca
estaba plena de belleza,
el sol se escondía,
la luna se agrandaba.
Qué maravilla vi,
la tarde del viernes y
la mar inmensa a los
dos nos arrullaba,
despedía al sol y
recibía a la luna.
Aquella tarde me sentí,
en una bella duna,
su arena dorada me hacia una cuna
y el sol se ponía y la luna alumbraba
y yo me dormía feliz,
entre las algas.
Me sentí sirena y delfín y
espuma blanca de
encaje que riza, las olas de la playa.
Y tú apareciste
en tu barquita plateada,
me llevaste contigo a
un mundo de amor y de magia,
tus besos de mar
mis labios saboreaban.
Qué rica tu boca, mi niño
del alma, en todos mis
sueños estás tú, amor mío
y me acariciabas.
Tus manos de seda
sobre mi piel, se deslizaban,
qué dulces caricias
con tu amor me dabas
y yo seguía dormida,
entre las algas.
Y cuando desperté
el sol ya brillaba,
radiante y dorado y me
calentaba, sus inmensos
rayos a mi me abrazaban
y sentí tus brazos que
hacia mi avanzaban y
te entregué mi cuerpo
en la arena de la playa.
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
en la arena mojada,
la luna brillaba,
no se qué era mas bello.
La puesta de sol,
o la luna plateada,
el sol se ponía
maravilla, me alucinó,
sus tonos rojizos, dorados
y violeta malva.
La luna plateada
más bella que nunca
estaba plena de belleza,
el sol se escondía,
la luna se agrandaba.
Qué maravilla vi,
la tarde del viernes y
la mar inmensa a los
dos nos arrullaba,
despedía al sol y
recibía a la luna.
Aquella tarde me sentí,
en una bella duna,
su arena dorada me hacia una cuna
y el sol se ponía y la luna alumbraba
y yo me dormía feliz,
entre las algas.
Me sentí sirena y delfín y
espuma blanca de
encaje que riza, las olas de la playa.
Y tú apareciste
en tu barquita plateada,
me llevaste contigo a
un mundo de amor y de magia,
tus besos de mar
mis labios saboreaban.
Qué rica tu boca, mi niño
del alma, en todos mis
sueños estás tú, amor mío
y me acariciabas.
Tus manos de seda
sobre mi piel, se deslizaban,
qué dulces caricias
con tu amor me dabas
y yo seguía dormida,
entre las algas.
Y cuando desperté
el sol ya brillaba,
radiante y dorado y me
calentaba, sus inmensos
rayos a mi me abrazaban
y sentí tus brazos que
hacia mi avanzaban y
te entregué mi cuerpo
en la arena de la playa.
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
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