
él miraba con atención,
mi sonrisa le infundía confianza,
sabia que yo lo adoraba
y lo cuidaría con el amor de mi corazón.
Sus manitas en el piano
las teclas hacía sonar,
él, no lo entendía
pero brotaba bella melodía.
Su mirada penetrante
y a las vez suave y dulzona
hacía que me sintiera,
su amita y su dueña mimosa.
Contemplando mi imagen
se pasaba las horas,
tan chiquitín y mimoso
yo lo observaba
y eran horas deliciosas.
Mi minino tan suavito
travieso y juguetón,
adoraba a su amita
quien con cariño lo cuidaba
y en mis brazos se durmió.
Rosario Ayllón
Poetisa del Amor.
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