
siempre te tengo presente,
tú marchaste de mi vida
yo me quedé sola y triste.
Eras un buen amigo
pero de los de verdad,
siempre pendiente y atento
lo nuestro era bella amistad.
Aunque a veces me reñías
tenías toda la razón,
si yo no veía claro
con tus palabras amables
tu dulzura y delicadeza
me hacías entrar en razón.
Eras tan limpio de alma
tan sincero y comprensivo,
desde que te conocí,
fuiste mi mejor amigo.
Cuanta confianza había
en nuestra sincera amistad,
mucho respeto y cariño
qué bella complicidad.
Pero aquella cabecita
inteligente y culta,
no se lo que le ocurrió
tu idea se cumplió
y te llevó a la tumba.
Con tus hermosos 45 años
y gozando de gran salud,
¿que te ocurrió amigo mío?
nunca lo supe entender,
pero lo más triste es,
que me faltas tú.
Rosario Ayllón.
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