
antes de saber de tu existencia.
Prendida yo quedé sin conocerte,
de tu arrogancia varonil y tu sonrisa.
Al amarte eras mío y las estrellas,
me iluminaron el camino de tus huellas.
Los sueños imposibles, y las rosas,
de intensos días y noches nebulosas.
Mi alma de mujer está rendida,
de luchas sin respuestas convincentes.
Yo seguiré luchando cada día,
sin rendirme hasta la hora de mi muerte.
Rosario Ayllón.
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